El dejarse amar por Cristo es la luz que nos ayuda a llevar el peso cotidiano. Y la santidad no es una obra nuestra, muy difícil, sino que es esta 'apertura': abrir las ventanas de nuestra alma para que la luz de Dios pueda entrar, no olvidar a Dios porque en la apertura a su luz se encuentra fuerza, se encuentra la alegría de los redimidos.
Benedicto XVI
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